
Eduardo H. Fontenla
Aporte cooperativo, de la economía social y de la agricultura familiar
Con satisfacción accedí a información sobre una mayor participación de alimentos de origen cooperativo y de la agricultura familiar en las compras públicas de los Estados nacional, provincial y municipal.
Estas decisiones políticas para la provisión, por parte de los Estados, de productos de calidad como son los elaborados por el sector de la economía social y de la agricultura familiar.
En el “aquí y ahora” que vivimos en la Argentina y en el mundo en medio de la crisis sanitaria del COVID 19, contribuir al pago de precios justos, no abusivos de los productos alimenticios, un criterio fundacional del movimiento cooperativo moderno que nació en Rochadle en el año 1844 y que todas las cooperativas deben observar y aplicar en la cadena de sus procesos de gestión y agregado de valor, se advierte como un avance en la consideración de los productos de la Economía Social y de la agricultura familiar.
De tal modo, la presencia cooperativa transparenta y marca pautas de equilibrio en el mercado, y controla las fallas por manejo monopólico de precios, distorsiones, manipulación de exceptivas y posiciones dominantes en el mismo. Un servicio poco valorado.
A estas características distintivas que están en el ánimo fundacional y en el ADN de la doctrina y de la práctica de la mayoría de estas entidades les debemos dar mayor visibilidad para ser conocidas por consumidores, especialmente a las personas no vinculadas o que desconocen al sector de la economía social, identificando en las etiquetas de los productos el origen cooperativo.
Debemos comunicar con mayor intensidad que los productos cooperativos y de la agricultura familiar proceden de empresas de capitales 100% nacionales –son capitales asociativos de bandera- y el trabajo aportado y registrado es también auténticamente argentino, elaborado por empresas de gestión asociativa, democrática y de distribución equitativa de excedentes; defensoras de la producción y de la calidad cuidando el ambiente utilizando tecnologías amigables.
Aunque no conocemos el camino que vamos a transitar a posteriori de la pandemia, creemos que un sector de la economía social fortalecido permitirá salir de la crisis, mejorar el “buen vivir” y lograr producir mejores bienes de consumo y de uso para la sociedad en general, basados en parámetros de calidad, sustentabilidad y trazabilidad, principalmente en los alimentos de consumo masivo evitando falsificaciones.
Por ello, debemos pensar juntos en fomentar el cooperativismo agropecuario para la defensa de las empresas de pequeñas y medianas dimensiones, para el agregado de valor y para la mejor articulación y enlace con la agricultura familiar; implementar los sellos cooperativos y de la agricultura familiar para diferenciarlos, saber quién los produce y poner en valor el trabajo cooperativo-asociativo y la distribución equitativa de los excedentes con inclusión social.
Será conveniente que los referentes de estas entidades vayan aprendiendo a desarrollar una coordinación flexible, que se superen algunas antinomias existentes entre algunas cooperativas y ciertas organizaciones de la agricultura familiar.
En la gestión agroalimentaria de las cooperativas y de agricultura familiar hay un incremento importante de los cultivos agroecológicos que aseguran la inocuidad de los alimentos frescos, principalmente de hortalizas y frutas.
Entre los criterios que se aplican en las compras estatales se debería privilegiar, junto a las necesarias medidas respecto a la salud y salubridad pública, los sellos cooperativos y de la agricultura familiar que mencionamos.
Finalmente, con un enfoque de custodia del territorio, desarrollo local/ regional y defensa del productor asociado y del sector del consumo insistimos en el compre privilegiado de los Estados a los productos cooperativos y de la agricultura familiar cuando las condiciones y los productos ofrecidos sean similares y los precios menores o iguales a los del mercado.
Este enfoque y método de organización permite que los precios, calidad y condiciones tengan control institucional y social de los productores y de los consumidores.
También, un valor agregado para la organización del compre estatal cooperativo son los lazos de afinidad construidos especialmente con los municipios que facilitan operatorias y logísticas de abastecimiento apropiadas de los alimentos.
Esta modalidad de relación aceitada de los Estados y la economía social permitirá, por un lado, la re-circulación de los excedentes económicos a nivel local y regional y por otro informar sobre los precios de mercado y poner límites a procesos de intermediación irracionales y especulativos.
Propuesta que se conecta con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), especialmente con el ODS n° 12 de: “Producción y consumo responsables” de la agenda 2030 de Naciones Unidas.
Estamos convencidos de que las cooperativas y la agricultura familiar son buenos e inteligentes agentes de la economía para volver a los productos de elaboración local, a precios justos y para enriquecer los ejes estratégicos que la salida de la crisis sanitaria nos exigirá a todos.
NOTA: Los puntos de vista y las opiniones expresadas en estos artículos inlcuidos en este blog son los de sus respectivos autores y no necesariamente reflejan los de Promocoop y sus asociados.
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